sábado, 17 de mayo de 2014

Diario de una bocazas, primera página



 Puedo decir que estoy harta. Harta de que el mundo piense que una mujer no es más que un par de lindos pechos, un mero objeto decorativo con la obligación de tener que cuidarse si no quiere ser despreciado como si haber engordado o envejecido haga que ésta pierda todas sus propiedades.

En este país creemos que nos hemos librado de prejuicios e ideas antiguas, pero lo cierto es que esas ideas (aunque los señores de traje y corbata y los de la sotana han ayudado mucho) han sabido camuflarse y hacernos creer que no son arcaicas.

Estos "amables señores" de los que hablo le han hecho creer a la masa que una mujer que valga la pena ha de ser esbelta, de pelo largo, maquillada y con cierto punto de sumisión al hombre. Y, por supuesto, los intereses ideales para ella han de basarse en la moda o en cuchichear con sus amigas. Eso recuerda a los tiempos del nacionalcatolicismo, pero es que ya no pueden decir que la mujer sólo ha de ser la criada del marido, y claro, hay que saber dar la apariencia de "modernidad".

No por ello critico a las mujeres que sean como he dicho antes, siempre y cuando sean así al natural y no impulsadas por esta sociedad que aún insiste, con mitos y prejuicios, en que la mujer a sus cosas y el hombre a las suyas. Sólo quiero que este escrito sirva como queja a ese poder al que le encanta meter las narices en los gustos y en el cerebro de la gente. Porque he empezado hablando de las mujeres, pero también podría hablar de hombres.

¿Alguien ha visto en la parada del autobús un anuncio de calzoncillos en el que el protagonista no esté musculoso? ¿Acaso algún genio del marketing piensa que van a vender menos poniendo a un modelo delgado o gordo? En mi opinión, en el mundo del modelaje se debería considerar contratar a modelos más "reales", pues es el público al que van a vender esos productos. Éste es un ejemplo de esta sociedad a la que le seduce demasiado la idea de lavar el cerebro al ciudadano de a pie, empleando la sexualidad, algo que en mi opinión debería de ser del ámbito privado de cada persona.

Los "jefazos" son listos y saben que la mente de los niños es más moldeable, así que no hay más que fijarse en los catálogos de navidad. Parecen inofensivos, ¿verdad? Pues si se observan detenidamente, el lector advertirá que se puede dividir en dos secciones: la de niños y la de niñas. La primera, en tonos fuertes y vivos, anuncia muñecos de acción, motos, coches, juguetes de espía... En la de niñas, priman los colores pastel (sobre todo el rosa), con un buen surtido de muñecas, tocadores, kits de maquillaje y cocinitas. También suelen ofertar cocinitas y demás simulaciones de aparatos de cocina, y si nos fijamos en las fotos, la presencia de niños (hablando en masculino), es casi nula, como si quisieran enseñarles que el mundo de los pucheros y las ollas sólo les corresponde a ellas.

Esto nos demuestra que desde niños se nos intenta moldear para ser hombres fuertes, activos y amantes de la conducción y mujeres que podríamos llamar "señoras de su casa", cuando en esta época moderna hay mujeres a las que les gusta la conducción y hombres que disfrutan de cocinar un buen asado.
Creo que con esto puedo dar por terminado mi primer texto en este blog.